Au sujet d'un roman de Domingo de Silos Manso
Buenos Días,
Voy a hablar de la novela de nuestro amigo Domingo de los Silos Manso que se llama La Onza del Oro.
La he leída de un tirón, sin que nunca me aburra, siempre queriendo saber la continuación.
He conocido Silos en la ENA hace ya 40 años.
Conocía su gran inteligencia política que su carrera diplomática refleja parcialmente.
Yo sabía la mirada aguda y a menudo llena de humor que tenía sobre las cosas y la gente.
Pero yo no sospechaba su talento de novelista.
Digamos en Francia: “Pour un coup d’essai, ce fut un coup de maître” «Para una prueba, fue un golpe de maestro» (Don Rodrigo al Conde en El Cid de Corneille.)
Y de verdad esta primera novela es un golpe de maestro.
Hablamos del Cid ; abro un paréntesis: no se señala suficiente el hecho que el drama emblemático del teatro clásico francés, el Cid, el Cid Campeador tiene lugar en España, como muchos otros dramas o novelas franceses de esta época, mientras ellos Don Juan. Esto es un testimonio de la fuerte influenza que tuvo España sobre Francia en este tiempo.
Sin embargo, los dos países estaban en guerra, pero la guerra no impidió el interés mutuo, ya que la paz no previene la indiferencia en otros momentos.
La novela de Silos es un éxito por la técnica de escritura bien dominada: capítulos cortos, fáciles de leer, como aconsejan los editores.
Un vocabulario diversificado: más diversificado que la lengua de la Televisión que domina hoy. No es el mismo tipo de diversificación que Azorín, inspirado en la lengua campesina de los pueblecitos de Castilla. Es un lenguaje diversificado también, pero más moderno y que permite al autor echar una mirada diversificada y divertida acerca de las cosas, los hombres, y también las mujeres.
El autor es particularmente bueno en la descripción del ridículo de la pequeña burguesía comercial de la Ciudad, especialmente la suegra de Cita, Tina.
Esta novela nos cuenta el éxito de una self-made woman, venida de una familia pobre en una ciudad pequeña o mediana de España (no se dice cuál) y que se convirtió en una gran industrial, sin perder nunca su sencillez. Es bastante fácil ver, como lo han dicho los comentarios, como este destino simboliza la historia de España de 1940 a 1990.
Una historia personalmente familiar para mí, porque tuve el privilegio de pasar un año en España en 1977, en un momento crítico, un año después de la muerte de Franco.
La vida oficial de la Ciudad de esta novela me parece terriblemente similar a la de las ciudades francesas del mismo tipo que he conocidas por la vida prefectoral: el prefecto (Gobernador Civil), las autoridades oficiales, el alcalde, la Cámara de Comercio, la Caja de Ahorros ( nuestros Crédit agricole o Banque populaire) la Universidad, la guarnición, etc. con algunas diferencias: es cierto que la Iglesia y las antiguas familias han visto su papel disminuir antes de este lado del Pirineo, pero estos son sólo matices. En ambos casos, las religiones tradicionales: patriótica y católica, fueron, en la esfera pública, substituidas después de la guerra por la del desarrollo económico. Una nueva religión donde un carácter como el de Cita, juega naturalmente un papel clave.
Este relato ilustra el estado de gracia que España ha experimentado en la segunda parte del último siglo.
Estado de gracia por una liberalización política progresiva que ha permitido pasar poco a poco de una dictadura militar a una democracia liberal moderna. Esta liberalización empezó antes de la muerte de Franco, y se ha acelerada después. La restauración de la monarquía bajo los auspicios del Rey Juan Carlos fue una buena opción.
Liberalización progresiva de la Iglesias con el Concilio Vaticano II, un fenómeno al cual Silos es particularmente atento en la novela, y que ve de una manera positiva.
Estado de gracia que ha permitido especialmente la apertura internacional de España y el desarrollo económico. Un desarrollo económico muy espectacular que debe más al pragmatismo, yo creo, que a la tecnocracia. Franco, que no era un profesor de economía, ni tampoco había hecho la ENA, tenía la capacidad de no dejarse encerrar en el rígido dogma monetario que era el de Salazar en Portugal y que es hoy el de la Europa.
La apertura de una fábrica de chocolate nacional por Cita es emblemática de este desarrollo.
La de una fábrica de coches españoles, el SEAT, en colaboración con el Fiat italiano, lo fue también. La Industria automóvil era en ese tiempo el status symbol de un país desarrollado.
Por todas estas razones, el libro merece ser un clásico: es, en todos los casos, tanto un libro de historia como una novela.
Me pregunto sobre el final de la historia que es también el final del estado de gracia: la venta cuasi obligatoria por Cita de la fábrica de la Onza de Oro a una empresa americana, Candy’s.
Venta forzada no por la necesitad económica, sino por la presión de toda la Ciudad. Una presión que tengo dificultad para imaginar: no conozco ninguno caso en Francia donde esto haya pasado así. Los empleados tienen generalmente miedo de que la venta sea el preámbulo al cierre de la planta, como suele ser el caso.
Un caso de este género ocurro en Nimes en 2007. Apenas vendida, la fábrica fue cerrada. El industrial, de 88 años, que la había creado y dedicado a ella toda su vida, se suicidó. Tragedia de lo que se llama la globalización.
El autor deja adivinar que la fábrica va a estar cerrada, no sé.
En cualquier caso, este resultado reintroduce drama y tragedia en una historia que parecía antes a un cuento de hadas.
Una tragedia casi crítica, o como el sacrificio de Jeanne d’ Arc, ya que expresa la ingratitud de toda una población, todas las clases sociales confundidas.
Si es verdad la historia, podemos sospechar una manipulación como ciertas agencias especializadas de otros continentes saben hacer. Pobre Cita.
En 1950, había España, pero no hubo modernización.
Del 1950 al 1990, había la Modernización de España.
Desde 1990, hay más y más modernización, ¿Pero hay todavía España? Es lo que se puede preguntar después de cerrar este muy interesante libro.
Roland HUREAUX